Albúminas
Este sistema de copia sobre dos capas fue desarrollado en Francia y estuvo en uso comercial hasta finales del XIX. En 1849 Louis Désiré Blanquard, impresor fotográfico, propuso un nuevo sistema de impresión de copias fotográficas tratando de superar las limitaciones inherentes de las copias en papeles a la sal.
En este proceso fotográfico las imágenes se formaban por contacto directo desde el negativo al papel, por este motivo las imágenes obtenidas presentaban una definición limitada puesto que la fibra de la pasta papelera sobre la que se formaba la imagen lo impedía.
Inicialmente el fotógrafo preparaba el papel a la albúmina antes de realizar las fotografías y para ello (rompía los huevos, batía las claras a punto de nieve, las salaba y dejaba fermentar, hacía flotar el papel sobre el fermento, lo sensibilizaba con nitrato de plata,…). Lo complicado y penoso de estas tareas, así como el rápido aumento de la demanda de papel albúminado condicionaron que desde 1854 saliese al mercado papel a la albúmina de producción industrial. La producción fabril de papel albuminado se concentró en Dresden, Alemania, y alcanzó proporciones gigantescas; baste considerar, a modo de ejemplo, que en 1888 una sola fábrica rompió más de 6 millones de huevos para la preparación de papel albuminado.
Las copias fotográficas en papel a la albúmina se obtenían por contacto directo entre el papel albuminado y el negativo. La impresión era realizada directamente por exposición al sol mientras negativo y papel se hallaban en contacto, dicha exposición podía prolongarse incluso más de una hora y el fotógrafo podía controlar, llevando la prensa de contacto al cuarto oscuro, la evolución de la impresión sin separar el negativo del papel albuminado.